septiembre 09, 2012

Ese momento...

En el que dices "no puedo seguir leyendo este libro". No sé ustedes, pero yo siempre hago todos los intentos humanamente posibles para lograr acabar un libro por poco que me guste. Lo más probable es que suene loca con lo que diré, pero al no acabarlo, casi siento que le estoy faltando el respeto al libro. Él no tiene la culpa de ser malo o aburrido, pero desde luego, yo tampoco tengo la culpa de que no me esté gustando. Aun así, siempre he sido de la idea de que algo puede cambiar cuando menos lo esperes, pero en el momento en que vas por más de la mitad del libro y aun no aparece ese cambio y la cosa sigue estando igual que antes, los ánimos se empiezan a esfumar por más que yo intente amarrármelos y no dejarlos escapar. Es entonces el momento en que decides saltar un poco las páginas para ver si de verdad la cuestión va a cambiar más adelante. Te saltas 100 páginas de golpe, empiezas a leer en un capítulo al azar y que tenía un título casi revelador, y sorprendentemente te das cuenta que entiendes todo lo que habla el capítulo, porque en esas 100 largas páginas que te saltaste no pasa absolutamente NADA relevante.

Y empieza el dilema: ¿Qué hago? ¿Me lo sigo leyendo? Aun faltan chorrocientas páginas de probablemente nada interesante. ¿Lo dejo ahí y me quito la culpa leyendo otro libro que sé sí me va a gustar? ¿Qué harían ustedes? 

Pues verán, este tema viene a raíz del libro que me estaba/estoy leyendo. ¿Estaba/estoy? sí, eso. Resulta que todavía no me decido a darlo de alta totalmente, porque la historia no está mal, sólo que son páginas y páginas y más páginas de nada. Me parece que la historia tiene un potencial increíble, especialmente porque es una clase de historia que me gusta: caballeros, misterios, muertes, época medieval y la piedra filosofal. Leí entusiasmada las primeras páginas sólo para darme cuenta que al autor le hacen falta sinónimos de la palabra "dijo" y que se lleva un rollo enorme para dar explicaciones y descripciones. El libro como película, lo más probable es que triunfe rotundamente, pero ya como libro, la cosa es diferente. Estás ansioso por saber más detalles, pero no hay más detalles, o los que hay, los resuelven de la forma más... simple posible. 

Al final, y al saltarme esas 100 páginas y ver que la cosa no mejoraba, decidí dejarlo a un lado y tomar otro libro para distraerme. Me llevó más de un mes en leerme poco más de 200 páginas de ese libro y decidí que era demasiado, además había estado acumulando otros tantos. Tome el primero en la pila del escritorio y me tiré a la cama, fue cosa de segundos para que se me pasara el momento de culpabilidad y terminé tomándole gusto al nuevo libro, y ahora es el que me acompaña. Ya lo llevo por más de la mitad, y el anterior sigue ahí, junto con otros libros de la universidad. Siento que debo terminarlo, mi conciencia lectora me dice que lo haga, pero quiero desintoxicarme de la historia primero, para ver si en un segundo intento, logro leerlo por fin.

En la vida, algo así sólo me ha pasado con tres libros: el primero lo dejé totalmente porque no me gustó para nada, ni un poco. Nada de nada, por más clásico que sea: El Viejo y el Mar de Ernest Hemingway. El segundo fue Damon: Almas Oscuras de L.J. Smith, pero éste sí logré terminarlo (incluso está reseñado). El tercero es el protagonista de esta entrada: Grimpow de Rafael Ábalos, que aun está entre un sí y un no.

De modo que sólo resta esperar a ver si logro acabarlo algún día. Insisto en que la historia no es mala, pero hay demasiada tela para el pequeño vestido.

¿Han tenido el mismo problema que yo? De seguro lo manejan mejor xD

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